Piedras

Esta obra fue el comienzo de esta serie de la PIEDRAS, encontrada en Tudela de Duero.

Realmente es como un retrato de algún personaje, parece estar tallada con la técnica de las lanzas de los hombres primitivos.

El triangulo blanco que parte del ojo, quiere resaltar la idea de un observador.

Es una piedra también de Tudela de Duero, dudé mucho con ella, finalmente la di forma con la zona en blanco a forma de casco, quiere representar la armadura que podían llevar los samuráis.

Piedra de las tierras de Tudela de Duero, la monte con esta composición de un barco con rudas que le lleva el viento, en el van embarcados todos juntos un banquero, si se observa la parte derecha de la piedra, veréis una silueta de un hombre campechano y barrigudo, en la parte de su oreja podréis ver una cara , un poco siniestra verdaderamente, que le susurra al oído al banquero, es el político y la gran cabeza de la derecha quitándoles el viento y tirando del barco está el trabajador que da soporte a todo, dando la cara en primer lugar.

Bueno, esto es lo que yo veo, otros posiblemente solo vean el barco rodante.

Pura coincidencia con la realidad, es solo imaginación

Piedra calcárea, casi a punto de romperse, pero que sugiere un abrazo entre dos partes dándose un eterno beso.

Cuando encontré esta piedra, no tuve dudas, convenientemente bien iluminada seria una cabeza de perro, el punto blanco solo refuerza lo que podrían ser sus ojos.

Piedra de las playas de Santander, es una piedra más bien redonda con un cierto grosor, dude mucho como fotografiarla, pero aprovechando las zonas blancas en su parte lateral, con forma de línea que aparecen en la imagen e incorporándola las plantillas con forma de bigotes redondearon la imagen.

Esta piedra con sus múltiples líneas es como un mapa por donde transitar.

El montarla en una copa es como absorber todo ese mundo por donde transitar.

Piedra fuerte, potente como nuestro planeta, pero con un agujero cada vez más grande, nos va quedando poco a poco menos planeta.

Es como un rostro desconocido pero marcado por sus cicatrices que le cruzan la cara.

Una persona reflexiva que sostiene su cara con una mano, pensativa, en definitiva, Doña Rosenda.

Esta obra tiene un pequeño truco, en realidad son dos negativos montados simétricamente, por su forma representan una característica sumamente femenina como son los pechos, la mancha blanca quiere resaltar más la imagen.

Esta imagen con forma de cabeza de perro, casi perfecta, rotunda con una fuerza propia, por algún motivo quise representarla en equilibrio, por eso está apoyada en un punto de vértice del triangulo a forma de balanza.

Estas dos piedras desiguales en su tamaño y textura combinan muy bien en conjunto, por este motivo las encuadre en un triángulo, por estar cerrado y enmarcando la unión entre las dos.

Podían representar muchas situaciones de hechos y pensamientos diferentes que sin embargo pueden convivir perfectamente en el mismo marco.