La lampara de esta obra se la compre a un anticuario por 10€, en el mercadillo de Aranda de Duero (Burgos).

Seccione el cristal, que tendrá menos de un milímetro, con un disco abrasivo de unos 20 milímetros de diámetro, con mucho cuidado y por fortuna conseguí cortarlo sin que se rompiera en cachitos. La taza de la lampara conseguí también seccionarla y la mecha empapada en aceite conseguí que luciera lo justo para hacer la fotografía. La toma esta realizada con fondo negro que por el efecto de la solarización aparece como si fuera blanco.

Esta imagen la conservo desde 1973, es por así decirlo la herencia que me dejo mi suegro Juan Ferreiro que además de ferroviario se dedicaba a vender por toda la provincia de León este tipo de imágenes.

Cuando hice esta serie, decidí seccionarla con un disco de 1 milímetro con la rotaflex, buscando el alma que supuestamente tenia la imagen, francamente no había nada y para dejar testimonio de ello fotografié las dos partes.

Proceso: negativo de 13×18 solarizado.

Tenia por casa esta cazuela de barro de procedencia que no recuerdo parece ser que era de Mª José. La seccione lógicamente y como en las cazuelas se echan cosas para comer, yo la llene de frutas y nueces debidamente seccionadas con uvas para completar el menú.

Proceso: negativo de 13×18 solarizado.

Yo que, la verdad, no soy muy religioso más bien lo contrario, tenía curiosidad por lo que podía contener el cáliz utilizado en las misas de la Iglesia católica, donde supuestamente se hace presente el cuerpo de Cristo, El Hijo de Dios, nada menos, busque copas que se asemejaran a los estos cálices ya que tenía claro que el cura de mi parroquia no me iba de dejar seccionar uno de sus cálices.

Encontré la solución en unas copas de una alfarera en la feria de Valladolid, le compré tres diferentes en previsión de que se partieran cuando las seccionaba. La verdad es que este de la foto fue el primero y no se partió, eso sí, el disco echaba chistas, debe tener algún material férrico en la composición del barro.

Finalmente, como podéis ver en la obra, no hay nada.

Si hay algo que tenga alma en su interior, algunos le pueden llamar “duende”, es la guitarra.

Yo tenia una en casa, que era de mi hija, pero no me atreví a cortarla por la mitad…la solución la encontré en mercadillo de Padrón (A Coruña), se la compré a unos gitanos por 20€, no era una maravilla, pero cumplía el destino que tenía pronosticado por mí.

No suena, pero si la miráis atentamente podéis ver el “duende”.

La luz de una lampara es mágica y con mucha alma.

Busque un candelabro que pudiera seccionar por rastros y anticuarios, finalmente encontré este en una feria de antigüedades de Negreira (A Coruña), creo recordar que pague por él unos 10€

Seccione la base con el disco abrasivo, al ser de bronce no fue difícil, seccione con un cúter la vela de cera, dejando el filamento libre de tal forma que fue posible encenderlo para hacer la foto. La llama no pude seccionarla, lo siento.

Sin duda las plantas también tienen alma, aquí está la muestra en el interior de este cardo después de seccionado por el cúter se puede ver donde habita.

Se han realizado miles de fotografías de rosas, por su indudable belleza, pero muy pocas veces o ninguna, se ha fotografiado el alma de su interior.

Después de ser cortado por el cúter nos muestra su belleza interior.

Posiblemente la mejor obra de la serie.

Buscada y encontrada finalmente en un anticuario de Negreira (A Coruña).

Finalmente, no era la de Aladino por lo que no tenía duende dentro, de todas formas, la corte a la mitad por si acaso.

Esta obra se la dedico a los cafeteros, podrán ver donde se produce el milagro de esa sustancia que tanto les gusta.

De joven también tomaba mucho, sobre todo en la fábrica, ahora me quita el sueño…

Un compresor no tiene alma, pero es lo mas parecido a un corazón que tampoco tiene alma, pero si se la achacamos.

El compresor es un como un balón alargado, estanco, herméticamente cerrado mecánicamente, con un motor eléctrico dentro bañado en aceite que a través de un mecanismo de biela y pistón comprime un gas.

Fue el objeto que más me costó seccionar, ya que es como un bloque de acero, finalmente lo conseguí y en esta obra lo podéis ver, para mi es como un corazón abierto en dos y expuesto a todo el mundo.

El botijo tiene un alma escondida, el agua.

Es todo corazón y generosidad en su buen hacer y con su propia energía refresca el agua, lo seccione esperando encontrar su secreto y su alma…

Se lo compré a un alfarero de Parihuela (Zamora) con la intención de cortarle a la mitad, afortunadamente el corte salió limpio a la primera, tuve suerte.